Hugo Argüelles
"El hilo conductor diría que es la búsqueda del afecto, la necesidad de sentirte querido, incluso protegido en un mundo amenazante y hostil” con esta frase, Hugo Argüelles (1932-2003) se refería a una compilación de sus cuentos, pero bien sirve para describir también su trabajo como dramaturgo en el teatro y, en este caso, el cine."
Argüelles estudió medicina en la UNAM graduándose como médico para después hacerlo como maestro en Letras Hispánicas en la UNAM, no sin antes haber pasado por la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Inició labores profesionales como director de teatro en 1951. En 1959 ganó el Premio Nacional de Teatro por su obra Los cuervos están de luto, un clásico del teatro mexicano. Abiertamente gay, entre sus decenas de obras se encuentran: El cocodrilo del panteón rococó, Doña Macabra, Los amores criminales de las vampiras Morales, Calaca, El ritual de la salamandra, y La tarántula art nouveau de la calle del oro, todas ellas sátiras de humor negrísimo con toques de tragedia sobre la clase media mexicana. Entre sus obras, las que refieren de manera contundente el tema de la homosexualidad son Los gallos salvajes y Escarabajos, aunque el camp y la crítica a la heterosexualidad compulsiva se detallan en casi toda su obra. En el cine, su historia La primavera de los escorpiones, de Del Villar, escandalizó por su tremendismo, mientras que en Las figuras de arena, dirigida por Gavaldón, retrató lo que ahora se lee como la masculinidad tóxica contendiendo ante las nuevas formas de sensibilidad de los jóvenes. Otro tipo de juventud enfrentada al machismo y retorcida ante el peso de las costumbres se encuentra en Los indolentes, de José Estrada -con quien colaboró en el guion. Participó en el guion de varios filmes más, todos ellos de corte popular y buen resultado en taquilla. Y antes de su muerte, colaboró en un entrañable retrato de sus obsesiones, en el documental que le hizo Olimpia Quintanilla titulado El alebrije creador. En este aniversario suyo, lo recordamos. "No hay cama más triste que la de dos nostálgicos".